lunes, 18 de abril de 2011

A los ojos de... Alberto García-Teresa

HAY QUE COMERSE EL MUNDO A DENTELLADAS 


Hay que comerse el mundo a dentelladas. 

Hay que sacar los dientes, pulirlos,
clavarlos con ahínco y rabia. 

Hay que comerse la vida a dentelladas; 

con mordiscos secos, intensos,
de puro y reluciente hueso.
Con bocados de corazón hambriento. 

Hay que defender el mundo a dentelladas. 

Hay que danzar entre rechinar de espadas;
de espadas a pecho descubierto.
Hay que vivir en permanente guardia,
defendiendo la vida cuerpo a cuerpo,
defendiendo la vida cara a cara. 

Hay que descubrir la vida a dentelladas. 

Hay que desenterrar estrellas de la arena,
hay que dibujar trazos de arco iris con los dedos
machacados por la rutina, el trabajo y el tedio.
Hay que apartar niebla de las cabezas
con gritos de silencio y de conciencia. 

Hay que sumergirse en el mundo a dentelladas. 

Hay que escurrirse de las sombras sonoramente,
con estruendo de ideas y palabras.
Hay que escurrirse sonoramente
con redobles de actos y pasiones,
con puños de carcajadas. 

Hay que atacar la vida a dentelladas; 

caminar en la penumbra precaria,
caminar frente al poder y las pirañas.
No ceder terreno nunca al terror y la ignorancia.
Levantar la vista ácida hacia el mañana. 

Hay que acariciar la vida a dentelladas; 

arrebatarles el tiempo robado cada jornada,
esparcir abrazos entre timbres y pagas,
regalar ternura y devolver pedradas. 

Hay que comerse el mundo a dentelladas. 

Hay que comerse el mundo a dentelladas. 



Con esta declaración de principios, casi un manifiesto vital o un manual de instrucciones del poeta, Alberto García-Teresa se descubre como un sano devorador de la vida. Parece renegar del equilibrio o la medición que a veces se le exige al artista, dejando atrás los impulsos. Pero no es un sencillo carpe-diem, el poeta también se exige un compromiso, una coherencia con sus ideales en estas líneas. El poeta bebe de esa fuerza y arrojo de los primeros momentos, pero sus textos no dejan de lado la necesidad reflexiva ni el cuidado propio de los versos. Además de una amplia obra publicada, es asiduo colaborador de revistas como Culturamas (ya recomendada en este espacio), blogs, y actividades culturales. 

Podíamos ver bien diferenciada hasta ahora lo que se consideraba la poética íntima, y la social. En tu caso hay un claro maridaje, una convivencia del yo y del nosotros ¿Cómo coexisten estos dos compromisos?
Creo que realmente no hay diferencia entre el yo y el "nosotros", puesto que ese "yo" se encuentra irremediablemente insertado en un "nosotros" concreto, en un momento histórico concreto, y en un tipo de sociedad concreta. Verdaderamente, lo individual es político (para ser más exactos, todo es político si está desarrollado en una sociedad o dirigido hacia ella; toda comunidad humana implica la politización de toda acción de quienes conviven en ella), y en mi poesía simplemente saco a relucir esos vínculos de una manera más explícita.

Lo que ha ocurrido y ocurre con un nutrido grupo de escritoras y escritores es que han evadido su mirada de las condiciones en las que han vivido, en las que se ha desarrollado su escritura (aunque también son rastreables porque han quedado reflejadas en sus textos). Así, han omitido esa parte parte de su propia personalidad (dado que un individuo está compuesto también por todos los otros que le rodean, con quienes se coeduca continuamente).

Me parece esto especialmente grave puesto que considero que la principal potencia de la poesía reside en su mirada; una mirada penetrante, paciente, detenida, atenta, indagatoria, interrogadora, que ahonda tras la superficie de las cosas, de la gente, de los hechos; de la realidad.

En ese sentido, en una sociedad dominada por la apariencia, por la falsedad, por lo espectacular, siguiendo a Debord, la poesía puede llevar a cabo una función extraordinariamente útil para el resto de personas, además de para la propia y el propio poeta.

¿Consideras esto una nueva vía intermedia de expresión? ¿Más realista quizás?

Aspiro a desarrollar una síntesis, a poner de manifiesto que cuando hablo desde el "yo" estoy hablando de un "nosotros" al que no puedo renunciar (mi condición de trabajador, por mucho tiempo precario, además, en medio de una agresiva sociedad de consumo, que busca la insatisfacción permanente para ilusionariamente solventarla con mercancía, que ejerce posición de dominación en un mundo desigual que sufre una desbocada crisis ecológica).

Por ejemplo, los poemas de amor de mis poemarios (casi un tercio del total) no pueden obviar la circunstancia social en la que las dos personas de la relación están inscritas. ¿Cómo compaginar el amor con un horario laboral largo y extenuante? ¿Cómo hablar de él sin tener en cuenta que se potencia especialmente al ser el encuentro y la pasión uno de los pocos momentos de máxima vitalidad en la rutina alienante en la cual vivimos? Está claro que la manera de enforcarlo no puede obviar todas estas circunstancias, pues son las que las dotan de especificidad.

En cualquier caso, no considero que sea especialmente novedosa esa práctica de escritura. Recordemos que la conciencia de individualidad en la literatura es cosa de menos de una decena de siglos, y aún perviven las lecturas colectivas y/u orales.

En nuestro territorio, más concretamente, muchas otras autoras y muchos otros autores han buscado manifestar esa (indisociable, insisto) unión entre su vivencia y la de su comunidad o su grupo social, desde la denominada "poesía social" de posguerra o las diversas manifestaciones de la "poesía de la conciencia crítica" de nuestros días. Son maneras de abordar en poesía parcelas de la realidad que son ocultadas, o aparecen de soslayo o bajo estereotipos, tratando de desvincular su conflicto con el público.

¿Qué dentelladas darías dentro del propio mundo de la poesía y la cultura?

Pienso que la principal estribaría en demostrar que es radicalmente falsa (y peligrosa, pero muy eficaz para el Poder) esa pretensión de separar la poesía y la cultura de la esfera sociopolítica, de la realidad en que la cual viven quienes la llevan a cabo y quienes la reciben.

Por otro lado, su mercantilización también merece un trabajo arduo de denuncia y, al mismo tiempo, de construcción de alternativas para desmontarla y mostrar otras vías posibles para un desarrollo de la cultura como expresión de la sabiduría individual y colectiva. Una herramienta fundamental para el desarrollo de las personas, como son el arte y la literatura, no puede estar supeditada a una lógica que busca el beneficio económico y, en última instancia, el mantenimiento del estado actual (donde ese pensamiento es dominante).

Así, pienso que es muy importante no llevar a cabo prácticas literarias cómplices con el estado de la sociedad, ensimismadas, y apostar, por tanto, como dice Riechmann, por una "poesía que no cede a la hipnosis".

En definitiva, creo que es fundamental seguir esos versos de Günter Eich que indican: "Sed incómodos. / Sed la arena / y no la grasa / en el engranaje del mundo".
página web de Alberto García-Teresa: http://www.albertogarciateresa.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario