lunes, 13 de febrero de 2012

UN DISCURSO PARA LOS VIVOS Sobre la poesía de Kemény István


La poesía, una vez más, busca su lugar en el mundo de los vivos. Su ambiciosa tarea de iluminar las cosas que están más allá de lo que ven nuestros ojos persiste a pesar del griterío imperante. Incluso en una época como la nuestra en la que sin duda se ha impuesto despóticamente la tiranía de lo obvio, siguen habiendo voces que se empeñan en desnudar la realidad con su discurso. Cuando algunos se preguntan sobre la pertinencia de una forma tan audaz de hacer literatura que tuvo probablemente más presencia en otros momentos de la historia, la poesía parece hoy en día ignorarse a sí misma mientras lucha casi siempre tímidamente por redefinirse y encontrar un espacio donde habitar por si algunos quieren visitarla. “Los poetas han muerto —decía el poeta— pero su mensaje está más vivo que nunca.” Y muchos leyendo la poesía de los muertos no prestan la suficiente atención a los que todavía están entre nosotros y son, por esa simple razón, contemporáneos con la firme vocación de que se les escuche en estos momentos en los que quizá la poesía sea más elitista que nunca.

Ediciones del Sol, una valiente y comprometida editorial, que, como otras, todavía cree en la utilidad de transmitir el discurso poético de nuestros contemporáneos, ha publicado recientemente Discurso Vivo (Élőbeszéd)del poeta húngaro Kemény István en una cuidada traducción de María Elena Szilágyi Chebi en su estupenda colección DelEste. Esta editorial canaria, con veinte años recién cumplidos a sus espaldas, se atreve con todo y, según ellos mismos afirman “El camino ha sido largo y hemos dejado atrás innumerables cosas, aunque seguimos soñando, como al principio”. Narrativa, teatro, ensayo, periodismo, libros de viajes, y, claro, poesía, con especial atención a la literatura autóctona al mismo tiempo que a la que va más allá de todas las fronteras y nacionalidades con una clara vocación africanista. Podemos encontrar en su catálogo jugosos títulos agrupados en colecciones presentadas con originalidad entre las que destacan Textos del DesordenDando Pata o DelEste. Esta última, dedicada a autores de la Europa menos conocida con nombres como el rumano George Bacovia (40 Poemas), el búlgaro Georgi Ténev (Casa del partido), la mitad gallega mitad croata Déborah Vukusic (Guerra de identidad), el esloveno Andrej Blatnik (La ley del deseo) o el húngaroKemény István (Discurso vivo). Podemos seguir su fascinante e incansable actividad en el blog de la editorial.
Kemény István
Para los que nos hemos adentrado ya en el mundo de la literatura húngara sin ser capaces todavía de disfrutarla en su idioma original es siempre una buena noticia cuando aparece una traducción al español. Y cuando se trata de poesía, un género al que los húngaros se han entregado con especial pasión, todavía más. Kemény István es uno de los poetas húngaros en activo más apasionante por la singularidad y complejidad de su propuesta. En sus propias palabras:

Nací el 28 de octubre de 1961 en Budapest. Mi madre se dedicaba a la enseñanza y mi padre (que murió en 1999) era escultor. Mi hermana pequeña es restauradora. Terminé los estudios secundarios en el Instituto de Budaörs y me gradué de Historia y Filología Húngara en ELTE, en 1990. Estoy casado y tengo tres hijos. He escrito, hasta el momento poemas, prosa, ensayos, críticas, un drama a medias, reseñas de libros, diarios virtuales y diálogos de programas televisivos. He traducido poemas de varios idiomas. Bastantes ideas mías han llegado a formar parte de las obras de otros. Yo también he aprendido mucho de los demás. Muchos me han pedido opinión acerca de su trabajo literario. He tenido la oportunidad de leer cientos de veces ante mi público. He podido saludar a grandes artistas y conocer a unas cuantas personas famosas. He pisado cuatro continentes hasta el día de hoy. La gente que piensa que soy alguien, en su mayoría me define como poeta.

Considerado postmoderno, a falta de una etiqueta más ingeniosa, cuando tal vez el postmodernismo haya pasado ya a ser parte de esa historia de la que tanto pretendía distanciarse, este poeta destaca sin embargo por su profunda convicción en la existencia y vitalidad de la Historia. Aunque en los países del Este el postmodernismo se ha desarrollado de manera distinta, ya que el cambio político después del sistema totalitario del comunismo es demasiado reciente como para creer en la muerte de la Historia. La reacción postmoderna del Este es una especie de luto. Y de entre todos los tenaces intentos del postmodernismo por deconstruirlo todo, de su insípido relativismo histórico, surgen en la obra de Kemény las siguientes preguntas: ¿Hay algún lugar para la Historia en la poesía? ¿O acaso la poesía también debería unirse al movimiento de deconstrucción? ¿Es esto coherente con su verdadera razón de ser? La respuesta a todas estas preguntas son los versos del propio poeta. Escapando con elegancia del artificial moralismo postmoderno que se entrega a la búsqueda ansiosa de la naturaleza perdida, el poeta nos propone en cambio tratar de hallar la dimensión del gozo y la alegría en un mundo fragmentado. Sin duda intuye que la poesía se encuentra quizás en su momento más crucial: sus fuentes de inspiración han desaparecido y no sabe cómo expresarse a sí misma. La relación entre la Historia y la Poesía se convierte de este modo en una especie de juego. Este juego está constantemente presente en la obra de Kemény. El autor intenta, con todos los medios que tiene a su alcance, ver más allá del postmodernismo.

Poco a poco empieza a percibir limitados los marcos de la poesía húngara. En uno de sus poemas afirma: “…aunque fuera aquella una época irónica.” (…az egy ironikus kor volt). ¿Ha dejado nuestra era de ser irónica? Con palabras de Kemény: “Desde los años setenta, la poesía húngara ha dejado de tratar con la política, la temática nacional, además de unos cuantos temas de vital importancia como lo trágico, lo patético, lo sentimental y lo catártico (…) para restablecer el orden en sí misma. Quiso renovarse, se ha vuelto autorreflexiva, inteligente (…) desde entonces, con el uso de palabras como “nación”, “mundo” o “todo”  uno se puede ver envuelto en un diletantismo sospechoso".

Su poesía trata la historia actual de manera consciente y comprometida en poemas que hacen referencia a acontecimientos históricos recientes como por ejemplo el bombardeo de Kosovo por la OTAN. El uso de  la Historia en la obra de Kemény puede interpretarse como un regreso personal al mito ahistórico más que como un intento de representar la Historia en su unidad temporal.

Su Discurso Vivo (Élőbeszéd), publicado en la editorial Magvető en 2006, es una muestra extraordinaria de su sensibilidad. El tratamiento del diálogo, muchas veces casi un monólogo, y la magia y significación de los objetos más cotidianos, los silencios que se intuyen por todas partes lo acercan sospechosamente al mundo escénico. ¿Qué hace un conductor al ver un guante tirado en la carretera? —Guante (Kesztyű)— ¿Cómo enfrentarse con un pasado que ha perdido todo su valor? —Tristemente (Szomorúan) o En la estación de Érdliget de arriba abajo (Fel-alá az érdligeti állomáson)— ¿Qué hacer con unos ideales que han dejado de estar vigentes? —Familia, la hora cero (Család, nulla óra) o —Astronauta traicionado (Megcsalt űrhajós)— ¿Es posible superar la presencia del dinero en nuestras vidas? —Dinero (Pénz)— ¿Qué hacer con los verdaderos criminales —Discurso Vivo (Élőbeszéd)— y ¿qué hacer con nosotros, herederos de Caín? —Una semana con el viejo Caín (Egy hét az öreg Káinnal)— ¿Tenemos tiempo para nuestros hijos? —Monito (Kismajom) ¿Qué hacer con el histérico y enfermo cero? —El caso de la Nada (Semmieset)—.

Estos problemas morales quizás nunca han sido tan claramente presentados en la poesía húngara de los últimos años. El lenguaje de Kemény es revolucionario: “Hay una crisis de valores, Señor Caín” (Értékválság van, Káin úr!) El retroceso (que en húngaro se expresa con el prefijo “vissza”) es un motivo reiterativo en la poesía de Kemény: el interlocutor “se va, pero vuelve”, en la “Bailarina sin trabajo” también vuelve a empezar todo de nuevo, los números vuelven a por el Cero y los motivos iniciales de la obra resuenan de nuevo en el último poema.

Una obra que requiere otra forma de entender las cosas o acaso un intento serio de “no entender”. Muchas veces es difícil su interpretación. Es cuando no debemos procurar comprender el contenido o la intención del autor, sino tratar la obra como algo sugerente, algo que está fuera de nosotros, pero que puede calar hondo. La interpretación de los poemas se apoya únicamente en un punto seguro: en la duda en el poema mismo, en la inseguridad de los juicios y evaluaciones encubiertos por las distintas teorías que tratan de descifrarlo con insistencia. Ideas totalmente contradictorias pueden hacer referencia al mismo poema, justificando sus propias verdades. Si en nuestra interpretación separamos el significado de las palabras, sintagmas y frases del significado global, podemos llegar a ese entender las cosas de otra manera. 

En Discurso Vivo Kemény le ofrece al lector esa posibilidad, como si se tratase de una aventura. El lector se apoya en la historia bíblica de Caín y en la presencia de la Muerte a lo largo de la obra, siendo estos, al parecer, los personajes portavoces del pensamiento del autor. De este modo el significado global queda más claro, pero a la vez genera una cierta inestabilidad en cuanto a la verdadera voz del autor. 

La nostalgia que emana de la obra de Kemény está exenta de decoraciones excesivas. En el poema titulado Consulta privada (A magánrendelés), nos habla de la visita de una familia de Budapest a su médico de cabecera. Uno de los elementos clave de este poema es el dinero, que se convierte en una metonimia del recuerdo nostálgico. Esta nostalgia hacia lo mítico expresa esa huida tan característica del pueblo húngaro del presente fragmentado, libera el yo postmoderno de la celebración forzada de la deconstrucción y le permite la opción contraria: la técnica de la identificación. Después del diluvio sólo queda la búsqueda de señales con significado entre los fragmentos del yo. Sin embargo este “final” no es absoluto, más bien significa el nuevo comienzo de algo: la destrucción del diluvio no ha sido total. Este final imperfecto está presente también en Discurso Vivo —Tristemente (Szomorúan) Ruinas oportunas (Célszerű romok). La idea del encuentro y el miedo a la muerte es el tema principal de la obra. Las once estrofas del poema Discurso Vivo detallan la visita de la Muerte en casa del narrador. Esta poesía, repleta de mitos cristianos, adquiere entonces dimensiones morales: el tema de Caín nos devuelve al Crimen Original. Este regreso a los tiempos bíblicos se suele relacionar con otro gran poeta húngaro, Endre Ady.

En resumen: la Historia, en una perspectiva a largo plazo, cuyos límites temporales se distorsionan formando parte de una simbología personal y un mito cristiano, deja de existir como tal para convertirse en la “papelera” de las realidades míticas. Aunque esta labor de “reconstrucción” y “restauración” nunca llegue a cumplirse del todo, solamente en algunos fragmentos del lenguaje poético.
Kemény István
Kemény István no sólo es uno de los autores más reconocidos de su generación, sino también uno de los artistas más representativos en la nueva lírica húngara, más allá del postmodernismo.

¿Cómo empezó usted a escribir poesía? ¿Conserva sus primeros poemas?

Empecé cuando era un niño. Pero, desde luego, no conservo los primeros poemas que escribí a la temprana edad de ocho años. Cuando tenía alrededor de dieciocho años había en mi mente algo así como un modelo sobre la poesía, una idea de cómo debía ser un buen poema y poco después, a los veinte años, escribí el primer poema siguiendo ese modelo. Ese es el primero que conservo.

Usted también escribe obras de teatro y utiliza a menudo el diálogo en sus poemas, ¿qué relación tiene su poesía con la escena?

Esa relación es cada vez más importante para mí. Al menos la mitad de mi libro Discurso vivo está compuesto por narraciones y diálogos. Uno de los poemas es una pequeña escena teatral. Se titula Bailarina sin trabajo. He decidido darle el mismo título al libro de mis Poemas Escogidos que será publicado próximamente.

¿Cree usted que su poesía se podría bailar?

Creo que todo puede ser bailado así como todo puede ser escrito en un poema. Pero, claro, sería más difícil si tuviera que hablar de elementos concretos. ¡Me encantaría preguntárselo a una bailarina o un coreógrafo!

¿De qué trata su teatro? ¿Ha sido alguna vez puesto en escena?

Hace quince años escribí una obra en colaboración con mi amigo Bartis Attila cuya novela Tranquilidad también fue un éxito en España. Y después, en 2009, empecé a escribir una en solitario, pero no la he terminado. ¡Así es que si juntamos las dos podríamos decir que he escrito una obra completa! Pero, en serio, nunca he trabajo directamente para la escena.

¿Qué lugar ocupa Discurso vivo en su poesía? ¿Es la poesía el terreno donde se siente más cómodo?

Escribí los poemas de Discurso Vivo después de cumplir los cuarenta. Entonces sentí que un periodo de mi vida se cerraba. Hasta ese momento, escribir prosa era algo anecdótico para mí. Después de Discurso vivoescribí una novela y desde entonces también me siento cómodo escribiendo prosa. Y luego, vinieron otros poemas de nuevo. Ahora tengo suficiente material para un nuevo libro.
Kemény István
¿Qué le ofrece la prosa o el teatro que no puede darle la poesía?

Durante mucho tiempo estaba seguro de que escribir una novela para un poeta era como correr un maratón para un corredor de los cien metros. Que no tenía ninguna posibilidad. Pero ahora me he dado cuenta de que una novela requiere experiencia y perspectiva, aunque muchos han escrito buenas novelas cuando eran jóvenes. Pero, por desgracia, es necesario hacerse un poco mayor. Mi novela Querido desconocido tiene algunos capítulos que son tan ricos en diálogos que podrían ser adaptados al teatro. Pensar sobre estas técnicas y estructuras una y otra vez ha influido en mi forma de pensar y en el estilo de mi poesía también.

¿Está un poeta necesariamente alejado o distanciado de la vida cotidiana, política o social de su país? ¿De qué manera está esa realidad reflejada en su poesía?

No tengo un carácter revolucionario y por mucho tiempo estaba lo suficientemente ciego para pensar que después de la caída del comunismo las cosas irían automáticamente por el buen camino. Siento que si puedo percibir malas tendencias en la sociedad húngara, así como incluso en la europea, soy de alguna manera responsable si no las menciono. Hubo algunos momentos en los que he tenido que reaccionar, por ejemplo cuando escribí sobre el bombardeo de Yugoslavia o ahora en 2012, en la guerra civil intelectual de la sociedad húngara.

¿Qué sentido tiene la poesía cuando las nuevas tecnologías lo están invadiendo todo?

Si te refieres a Internet, creo que no hay ningún problema en absoluto. Internet no va a acabar con la poesía. En Hungría hay muchísimos blogs de poesía y a través de ellos la poesía llega a mucha gente, sobre todo a los jóvenes, que probablemente no comprarían libros.

¿Qué piensa Dios del mundo que creó cuando lo ve ahora tan contaminado?

Creo que lo lavaría concienzudamente e incluso le pasaría un trapo seco. Tenemos que rogar por su supervivencia.

¿Es la ironía una opción constructiva frente a la situación política y económica del país?

Esta es una cuestión vital para mí. No. La ironía no es constructiva. Es una estrategia para la supervivencia. Esto es muy importante y todo el mundo debería ser educado para comprenderlo. Incluso cuando se usa en casos de emergencia. Porque si uno abusa de la ironía a menudo acaba convirtiéndose en un cínico y demasiada gente ironizando al mismo tiempo puede arruinar a toda una sociedad.

Tengo entendido que trabajó usted para la televisión, ¿qué aprendió de esa experiencia?

He ganado práctica, experiencia y confianza. He encontrado serios valores en el género de los seriales diarios. Entiendo mejor como funcionan las cosas. Así es que creo que he llegado a ser mejor escritor mientras escribía los diálogos de los personajes de esos seriales.

Según su opinión, ¿qué obras del teatro húngaro contemporáneo sería absolutamente imprescindible traducir al español?

Creo que las obras de Pintér Béla podrían acercar Hungría y España. Sin exagerar, podría llegar a ser un lenguaje cultural común. Cuando un país es casi siempre perdedor en su Historia pero tiene una fantástica cultura, surgen las mejores tragicomedias.

La traducción, una tarea realmente difícil cuando se trata de poesía, ha sido llevada a buen puerto por María Elena Szilágyi Chebi, una uruguaya afincada en Budapest que acaba de obtener la nacionalidad húngara. Su dominio del idioma le ha permitido adentrarse en la obra de Kemény István y sacar a relucir sus virtudes así como eludir las trampas lingüísticas de una lengua como la húngara que parece pensada para la alta literatura. María Elena es músico también, violista, y tal vez se haya planteado la rescritura de los poemas de Kemény como la interpretación de un pequeño concierto de cámara.

¿Cómo llegaste a Discurso Vivo y a la poesía de Kemény István?

Primero descubrí el poemario Frío (Hideg) del mismo autor, mientras estudiaba traducción literaria en el Instituto Balassi de Budapest, con el profesor Péter Rácz, en el curso 2008-2009. De ese libro, los poemas titulados Noviembre, pánico (November, pánik)Me he vendido (Eladtam magam)Casi negro (Majdnem fekete)El plástico (A műanyag) y otros más, fueron los primeros que traduje del autor para un concurso de traducción que organizaba el instituto. En ese concurso obtuve el tercer premio, y así comenzó mi “carrera” como traductora literaria, paralela a la de la música. Más adelante me compré el libro Discurso vivo y las primeras cuarenta páginas las traduje como trabajo final del curso de traducción literaria. También analicé la obra de Kemény en el seminario de poesía contemporánea húngara del Balassi, realizando también un estudio comparativo de la traducción de algunos de los poemas en 6 idiomas diferentes. De más está decir que he leído prácticamente todo lo que ha escrito hasta el momento István Kemény, incluyendo también numerosas críticas y reseñas de sus obras en diferentes revistas literarias húngaras.

¿Cuáles han sido los principales retos o dificultades a la hora de traducir los poemas del libro?

El primer reto fue pensar con la mente del autor, “meterme en sus zapatos” entender bien los poemas y escribirlos de nuevo, seleccionar muy bien las palabras, mantener las estructuras. Cuando hice la primera parte utilicé básicamente el vocabulario del español rioplatense. Como después el proyecto lo abordé con una editorial española tuve que hacer cambios drásticos en el lenguaje, ellos me lo pidieron, y yo accedí. Por suerte conté con la ayuda de un escritor español, Andrés Barba en La Casa Húngara del Traductor de Balatonfüred.

¿Hasta qué punto se implica un traductor de poesía con la obra que está traduciendo?

En mi caso me impliqué lo normal, y maduré la obra durante casi 3 años. Para mí fue muy importante y también necesario trabajar en un lugar tranquilo, tuve la suerte de poder estar casi un mes con una beca en La Casa Húngara del Traductor de Balatonfüred, donde las condiciones son ideales para traducir.

¿Cómo definirías el estilo de Kemény István?

Algunos dicen que Kemény István es el primer poeta húngaro postmoderno de relevancia. Yo conozco al poeta personalmente y aunque creo que esa afirmación en parte es verdad, también opino que no se puede “etiquetar” así de fácil toda su poesía.
Maria Elena Szilágyi Chebi
foto: David Robert Evans
¿Qué criterios has seguido para traducir estos poemas?

Los criterios fueron elegir cuidadosamente las palabras, mantener el significado pero al mismo tiempo usar palabras con “textura”. Donde la forma aparece clara traté de mantenerla, pero en algunos casos donde la historia o el contenido era más importante que la forma o las rimas, lo traduje como verso libre. Es una tendencia que usa con frecuencia la poesía hispanoamericana contemporánea. Resumiendo: respetar al autor y que los poemas suenen “en español”.

El húngaro es un idioma ideal para la poesía, ¿puede reflejar el castellano la riqueza del original?

El castellano también es un idioma muy rico, pero es verdad que se pierden cosas. Por ejemplo, al comienzo del poema bailarina sin trabajo: “Vissza a kályhához…” si traduzco al pie de la letra: “volvamos a la estufa”, en esta frase se esconde la expresión húngara que no existe en español, “comenzar desde la estufa” es decir comenzar desde el principio, así que en ese caso con la traducción se pierde la palabra “estufa”.

¿Es también el traductor de poesía un poeta?

Dicen que sí, o por lo menos así tendría que ser. Nunca me lo planteé, sólo hice mi trabajo lo mejor posible.

Tú te dedicas también a la música, ¿te ayuda esto de alguna manera a traducir poesía?

Esencialmente sigo siendo músico (violista) y creo que sí tiene que haber una conexión entre ambas cosas, tanto la música como la poesía expresan sentimientos dentro de ciertos límites (el ritmo, la forma, etc.) y esa energía contenida se transforma en algo mágico cuando lo recibe el público.

¿Qué otros autores húngaros te gustaría traducir?

Me gustaría traducir por ejemplo a Nándor Gion, Gyula Mirnics (dos autores húngaros de Voivodina) y también a László András, entre otros.

http://miseroprospero.blogspot.com/2012/02/speech-for-living.html

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