miércoles, 26 de junio de 2013

Yo maté a Rajoy, una novela de Juan Carlos Pérez (¿?)

“La muerte, pensar en ella, en esos seres que no pueden más y deciden desconectarse de manera violenta, me ha llevado a recordar a mi viejo. No es que se haya quitado la vida, no, todo lo contrario. Me he acordado de él porque siempre, a pesar de su aparente estado de apacibilidad, se encontraba en constante rebeldía.”(Yo maté a Rajoy, Juan  Carlos Pérez, colección Serie Negra Baile del Sol Ediciones)


Con un título como Yo maté a Rajoy nadie debería de sorprenderse por el mensaje que emana de esta novela, publicada en la cada día más interesante y arriesgada –afortunadamente– colección Serie Negra de Baile del Sol Ediciones.
Lástima que en este caso los resultados no resulten los esperados. Más si tenemos en cuenta el gancho comercial que anuncia su portada. Un título que nada entre la rabia y las ganas de hacer polémica. Pienso también que con el entusiasmo de despertar encendidos y estériles debates en programas como… La Noria.Pero no.No.Y eso que Yo maté a Rajoy comienza muy bien.¿De qué va?Narra en primera persona el relato de un empleado laboral que tras unas vacaciones en Singapur se entera que va a ser despedido en unos tiempos donde lo extraño es que permanezcas en tu puesto de trabajo o que te contraten por un puñado de euros.Escrita por Juan Carlos Pérez, escritor del que no tengo noticia y cuya biografía resulta igual de singular que su Yo maté a Rajoy, digamos que la novela convence en su primera parte. Es decir, el relato angustiado de su protagonista, el mismo Juan Carlos Pérez, de saberse sentenciado en su trabajo y de cómo afecta esta noticia a su cabeza y por lo tanto a sus relaciones con su familia y amigos…Llega al corazón, e incluso se entiende el rencor que siente Pérez en estos capítulos iniciales. El lector comprende lo que le cuesta asumir el ya tan celebrado ¡estás nominado! que ha hecho popular esa inquietante farsa sobre la condición humana que es Gran Hermano.O sea, que diría el pijo, la frustración que siente su protagonista de no poder hacer nada cuando los elementos parecen que sí conspiran en tu contra.Es creíble este retrato, lastimero, de un hombre que vive porque le dejan vivir cuando le ingresan mes a mes el fruto de su trabajo en la cuenta corriente. Y es creíble la furia de ese mismo hombre normal y corriente al descubrir que tras su despido ya nada será normal y corriente. Que comienza una aventura donde todas las puertas están cerradas. La envenenada electricidad de formar parte de esa legión de desocupados que, como borregos, va directo al matadero.Le falta sin embargo contundencia e intensidad a Yo maté a Rajoy para ser la novela bandera de todos los desesperados que ya no confían en el ¡parados del mundo, uníos!Y probablemente sea porque no tiene sentido del humor, porque se toma demasiado en serio pero sin clave kafkiana ante lo que es una aplastante realidad: Tú, que trabajas, puedes ser mañana el próximo borrego. Esa sensación de vacío y extrema individualidad provoca, a mi juicio, que se diluya sus pretensiones presuntamente nihilistas.O esa rabia confusa que a todos los que se encuentran en la misma situación les devora por dentro y por fuera.Es una pena, sin embargo, que Yo maté a Rajoy transite sin saber qué rumbo tomar; que falle por  ingenua y rencorosa. También porque cuando tira, no tira a dar. Y no tira a dar porque el personaje protagonista, Juan Carlos Pérez, termina por resultar distante y antipático. Un tipo demasiado sobrado, aunque sea frustrado.Quiero pensar, de todas maneras, que esta fue la voluntad de su autor pero me rumia por dentro la duda. Ya que me inclino a suponer que este librito, que apenas supera las cien páginas, está concebido como una farsa de alguien no tan anarquista como presume sino que esconde, más bien, el corazón de un conservador con todas sus letras que ha sido puteado (no rebelado) por el cambio radical que sufre su papel en una sociedad en doloroso proceso de reconvertirse en otra cosa. Dile adiós al mágico mundo de Oz.Lo más interesante de Yo maté a Rajoy no es pues el relato de la venganza que emprende su protagonistas, sino las historias colaterales –apenas esbozadas– que se diseminan en una novela a la que le falta gamberrismo.Esto me hace escribir que me creo más la descripción del entorno familiar de Juan Carlos, en fatal proceso de descomposición, que su obsesión delirante por quitar de en medio a quien considera el responsable de su nueva condición de perdedor.En este aspecto, la relación que mantiene con sus dos hijos y con su ex mujer muestran, no sé si con consciencia, a un hombre que al final resulta igual de conservador que quien fue su esposa, una señora de derechas.Se demanda a la novela y con carácter de urgencia mala hostia y no tanto empeño por justificar la misión que inicia su protagonista. Objetivo que no es revelación sino eliminar de la faz de la tierra al hombre que cree que es el responsable de todos sus males.Con todo, y pese al lastre que arrastra, Yo maté a Rajoy es un título que se lee con sumo interés pese a su errático itinerario al suscitar sus preguntas. Algunas de ellas muy molestas y contradictorias.“De vuelta a casa, ya oscurecido, vi un gato retorciéndose de dolor en una rotonda. Parecía recién atropellado. Con cuidado lo sorteé y seguí mi camino. A los pocos minutos mi conciencia me dio una patada de disgusto. ¿Cómo pude dejar a ese animal así, no tendría que haber parado, recogerlo y llevarlo a un veterinario? ¿Por qué di por supuesto que no había remedio? ¿Soy un puto egoísta inconsciente o un cobarde de mierda? ¿Qué se hace en estos casos? El remordimiento me tiene dando vueltas desde que llegué. ¿Cómo puedo creerme capacitado para dar clases de conducta cuando soy incapaz de socorrer a un pobre bicho? Me estoy deshumanizando. Y esto no se lo puedo achacar al gobierno.”Reiteramos pues que pese a sus defectos Yo maté a Rajoy se salva del pasquín punkarra porque más allá de la lectura de un señor que dice es de izquierdas pero que sufre porque le han arrebatado su derecho a ser egoísta, cuenta con una descripción inquietantemente actual de una existencia ridícula.Y entendida así, Yo maté a Rajoy –con todos sus peros– no deja de ser un título pionero de lo que podríamos denominar como folletín extremista cuya lectura podría enseñar a ese ejército de parias desocupados a que asome los colmillos y cierre los puños cuando escucha frases como “Ha llegado la hora del sacrificio de los políticos”.Puestas así las cosas, concluyo, resulta profético un título como Yo maté a Rajoy.Saludos, bang, bang, bang, desde este lado del ordenador.  

http://www.elescobillon.com/2013/06/yo-mate-a-rajoy-una-novela-de-juan-carlos-perez-%C2%BF/

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