jueves, 1 de mayo de 2014

John Williams nació en Texas en agosto de 1922. Su vida no es precisamente la de una estrella de la literatura, de hecho seguramente su nombre sonará más por ser homónimo del compositor de la banda sonora de Star Wars. Pero ese cierto anonimato es también una de las características de los rincones donde las sorpresas se encuentran. Están ahí, pasan desapercibidos, pero encierran maravillas o grandes secretos. Esto es lo que sucede con sus cuatro novelas y el par de poemarios que constituyen su modesto pero importante legado.
Sus seis trabajos se concentran entre 1948 y 1973: Nothing but the NightThe Broken LandscapeButcher’s CrossingThe Necessary LieStoner, y Augustus. Sólo las dos últimas cuentan con traducción al español, aunque Augustus ha cambiado su nombre por el de El hijo de César. Pero por ahora nos centraremos en la novela Stoner esa a la que Enrique Vila-Matas calificó como una “obra maestra ignorada”.  La experiencia en el campo de combate que forma parte de la biografía del autor contrasta con lo sencillo de la historia de William Stoner que es justamente a la que nos enfrentamos en el libro. El personaje principal de la novela nació y creció en una granja en Missouri hasta que se matriculó en la Facultad de Agricultura con la finalidad de aprender nuevas y mejores formas de trabajar la tierra; empresa truncada por un fortuito encuentro que le haría seguir el camino de las letras. Y aquí se enuncia ya la constante del relato: ensayo y error, un perfecto retrato de la vida humana. No hay batallas espectaculares ni grandes prodigios de la magia, sino decisiones (casi siempre equivocadas) de un individuo nacido a finales del XIX cuyo mayor logro fue haber estado en el momento histórico justo para ser nombrado profesor asistente en la Universidad de Missouri.
“Nunca ascendió más allá del grado de profesor asistente y unos pocos estudiantes le recordaban vagamente después de haber ido a sus clases”. Y aún así la vida del profesor Stoner nos atrapa y nos conmueve a cada instante. ¿Será que es más sencillo reconocerse e identificarse en este tono gris, es decir, medio? John Williams tiene la magnifica virtud de relatar los episodios cotidianos de manera que podamos encontrar en su palidez un destello de universalidad. Un hombre sencillo de valores campestres, apegado a la tradición, logra despertar un sentimiento bastante olvidado en nuestros días: el que sigue al reconocimiento de las buenas costumbres, el cálido cobijo de una acción bondadosa que no desemboca siempre en la recompensa que se esperaría. En una palabra, la compasión y la ternura ante una vida que, sin ser extraordinaria, resulta ejemplar.
No se trata de un texto moralizante, sino de un desfile de personajes perfectamente construidos, que van mostrando los distintos rostros de lo humano. El del cansado campesino y su vida que pasa bajo el látigo del sol, el de la esposa resignada y resentida, el del profesor ejemplar y modelo, el del oportunista, el conquistador mujeriego, el del celo profesional, el del la tortura moral, el del padre responsable, el del hartazgo en un contexto de guerra… Todos ellos desde la simplicidad que se encuentra en los muros del hogar y del trabajo, pues los escenarios son casi siempre éstos. El amor en sus distintas facetas, la honestidad, la justicia y la lealtad encuentran un perfecto retrato en esta historia que no les muestra en modo fastuoso o exacerbado, sino simple y cercano. Quizá por ello resulte tan difícil el no añorar la posibilidad de encontrarse cara a cara con un personaje como Stoner. Aunque hablemos un profesor de mediana calidad en cuya vida no ha acontecido nada fuera de lo ordinario. Un perfecto ejemplo del individuo melancólico que me hace recordar el lamento de Don Quijote al abandonar Barcelona:
Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura.
John Williams toma la vida, su propia ventura en rica mezcla de ficción, y arma un relato en el que muestra la bella complejidad que cualquiera de nosotros puede encontrar en el gris de la propia existencia. Sin grandes promesas ni sobresaltos, Stoner conmueve, emociona y muestra que no es necesario contar con una obra extensa para derrochar calidad. Novela altamente recomendable que, como su protagonista, ha vivido injustamente en el anonimato durante mucho tiempo. Una oportunidad para mirarse en el espejo de lo cotidiano. Lejos del contexto de su homónimo compositor con guerras estelares, superhéroes, peligrosos tiburones o cazadores de tesoros, el escritor John Williams nos brinda una auténtica obra maestra con esta novela que, si te llegas a topar con ella, te recomiendo que no la dejes pasar.

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