jueves, 2 de febrero de 2017

Bailando con Rafael Alonso Solís: "Escribir acerca del bien no resulta atractivo"

Baile del Sol.- ¿Cómo surge la historia de El canto de la raposa?

Rafael Alonso Solís.- Como una combinación de automatismo, al principio, y trabajo, pero eso mucho después. Una tarde de verano me senté frente al ordenador con intención de escribir algo, pero sin saber qué. Decidí comenzar por una obviedad, que fue mi fecha de nacimiento. Entonces escribí lo que luego fue la primera frase: “Nací el 20 de diciembre de 1947…” A continuación, y sin pensarlo, apareció la segunda: “…el mismo día, casi a la misma hora y el mismo mes, en que mi padre, un año más tarde y por tenebrosa coincidencia, se diera un tajo en la garganta llenando la habitación de sangre y baba pegajosa…” Creo que esa tarde escribí un folio y lo dejé sin tocar hasta varios días después. Cuando lo retomé pensé enseguida en un asesino, y un poco inspirado en la historia de El Perfume, de Patrick Süskind –que no había leído, pero sospechaba que trataba de eso–, y en El asesinato como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey, fui describiendo sus primeros pasos. Al principio fue simplemente un relato corto, de quince o veinte folios. Pero, entre unas vacaciones y un mes que tuve que pasar en casa por haberme roto una costilla, la historia fue creciendo. Al principio sin intenciones ni orientación, pero cuando me pareció que los personajes tenían ya su propia autonomía tuve que organizar el guión, pensar en el recorrido de la historia y buscar un final. Y lo encontré –o se produjo, cualquiera sabe–.

BdS.- ¿Podría calificarse de novela negra?

RAS.- Tal vez no exactamente, porque se aleja un poco de los cánones del género –un género que siempre me ha gustado y del que soy seguidor–, ya que no hay un detective, no sucede en el entorno del crimen organizado –aunque algo de eso hay, pero de forma más difusa y más inquietante–. Yo diría que es más oscura que negra, en el sentido de que explora zonas ocultas de la condición humana.

BdS.- ¿Ha tenido que ver su profesión de catedrático de Fisiología con la elección del tema de la novela?

RAS.- No creo. No veo relación alguna, y la profesión con la que me gano la vida tiene poco que ver con la literatura que me gusta leer o escribir. Es posible que el haber desarrollado una actividad científica me haya ayudado a tener una tendencia por la precisión al escribir.





BdS.- ¿Qué le atrae, como escritor, de la muerte o más bien del hecho de matar?

RAS.- El ser humano está siempre sintiendo la muerte, esperándola o sintiéndose acompañado por ella, y literariamente no cabe duda de que el hecho de matar es un filón. Ahí si que tiene que ver el género negro, pero también el terror, el mal, etc. Como escritor me parece que escribir acerca del bien no resulta atractivo.

BdS.-¿Por qué eligió dos narradores para relatar la historia?

RAS.- Eso surgió después, ya que al principio el personaje era uno solo. En algún momento –y no me acuerdo exactamente cuándo– se me ocurrió esa divergencia. Una vez que decidí que había dos voces, ambas fueron tomando autonomía, y a medida que la historia avanzaba un personaje necesitaba al otro. Además, resultó un ejercicio muy divertido, ya que uno de los personajes hablaba en primera persona, que era como había empezado la historia, mientras que el otro estaba delante de mí, podía observarlo, y casi parecía que yo me limitaba a describir lo que hacía. Aunque, en realidad, creo que eso ya me pasaba con los dos. Ocurrió algo interesante, y es que uno de los personajes confesaba cómo observaba al restos de los seres humanos con una visión entomológica, y yo hacía lo mismo con los dos. He tenido la sensación de que, una vez que ambos se manifestaron, más que inventar sus movimientos lo que yo hacía era limitarme a narrar lo que estaban haciendo delante de mis ojos.



"Me parece que comenzar una novela es relativamente fácil, desarrollarla más difícil, y acabarla bien –quiero decir literariamente– muy difícil".

BdS.- ¿Cree que el lector se sorprenderá por el desarrollo de los acontecimientos?

RAS.- Eso es lo me gustaría que ocurriera, y no solo por el desarrollo, sino por el desenlace. Me parece que comenzar una novela es relativamente fácil, desarrollarla más difícil, y acabarla bien –quiero decir literariamente– muy difícil. Una vez terminada la sometí a la lectura de unos cuantos amigos, y me parece que a todos les sorprendió.

BdS.- ¿Por qué recomendaría su lectura?

RAS.- Es una novela corta y creo que se puede leer de un tirón. Incluso, me parece que engancha y que, una vez finalizada la lectura, puede sentirse la necesidad de volver atrás. Pero eso es cuestión de gustos. Obviamente, uno escribe lo que le gustaría leer.

BdS.- ¿Está trabajando actualmente en otro proyecto literario?

RAS.- Además de intentar la edición de una selección de los artículos que he publicado en Diario de Avisos y en La Opinión de Tenerife durante los últimos años, tengo otra novela empezada, de la que hace tiempo terminé la primera parte. De una forma o de otra, está relacionada con ésta, pero es menos cerrada, con más escenarios y mucho más ambiciosa. Para darle un empujón necesito unas vacaciones o romperme otra costilla.


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